El compost, la nueva vida de nuestros biorresiduos

El compost generado a partir de la recogida diferenciada de biorresiduos, se convierte en un producto fertilizante de calidad para emplear en jardinería, horticultura o agricultura, permitiendo sustituir a fertilizantes inorgánicos.

Separar los biorresiduos del resto de desechos desde el origen, en nuestras casas, facilita su posterior transformación en este importante abono orgánico para suelos y plantas, convirtiendo así este tipo de residuos en un nutriente esencial para potenciar una agricultura sostenible y libre de químicos.

¿Qué es el compost?

El compost es el abono formado por la mezcla de residuos orgánicos fermentados y materias minerales. De hecho, es un proceso básico en la naturaleza que intentamos replicar a gran escala para aprovechar nuestros biorresiduos. 

Cualquier vegetal que acabe en el suelo y se pudra, con intervención de oxígeno, se transforma en compost. Sin embargo, en ausencia de oxígeno, se convierte en turba (carbón ligero de aspecto terroso y esponjoso) y, finalmente, en carbón por el efecto de la presión.

Y llamamos compostaje al proceso biológico aerobio (con presencia de oxígeno) que, bajo unas condiciones de ventilación, humedad y temperatura controladas, transforma los residuos orgánicos degradables en un material estable e higienizado que se puede utilizar como abono orgánico.

Como decíamos, este proceso imita la transformación de la materia orgánica en la naturaleza y permite homogenizar los materiales, reducir su masa y volumen e higienizarlos, favoreciendo el retorno de la materia orgánica al suelo y su reinserción en los ciclos naturales.

De residuo a recurso

El proceso de descomposición de la materia orgánica se basa en la actividad de microorganismos como hongos y bacterias. Su duración depende de distintos factores (sistema, tecnología, disponibilidad de espacio, etc.), pudiendo variar entre 10 y 16 semanas, como mínimo.

El proceso de compostaje se desarrolla en dos fases:

  1. Descomposición: en esta primera fase, de nuestros biorresiduos desaparecen las moléculas más fácilmente degradables liberando energía (pueden alcanzarse temperaturas de hasta 70°C), agua, anhídrido carbónico y amoníaco. Otras macromoléculas de origen natural, como la celulosa y la lignina, sufren también una alteración parcial en su composición y pasarán a ser, en la posterior fase de maduración, estructuras básicas que incluyen parte del nitrógeno contenido en los materiales iniciales, transformando poco a poco la materia orgánica. Esta fase suele durar entre 4 y 6 semanas, aunque si se lleva a cabo de forma intensiva (recintos cerrados y aireación forzada) puede reducirse a 2-4 semanas.
  2. Maduración: Después se pasa a la etapa de maduración, donde el residuo se estabiliza y madura durante otras 6-10 semanas. La estabilidad del compost resultante, depende de la duración de esta fase.

No podemos olvidar que el origen de este material son desechos, por lo que un aspecto clave del proceso es conseguir minimizar la presencia de agentes patógenos del material resultante. 

Es lo que se conoce como higienización del compost: las altas temperaturas que se alcanzan durante el proceso de compostaje, especialmente en su fase de descomposición, junto a la propia acción biológica y antibiótica de los distintos microorganismos, son fundamentales para minimizar el número de agentes patógenos animales y vegetales en el producto final.

En resumen, el compostaje es un proceso de degradación, mineralización y humificación de la materia orgánica que nos permite obtener nutrientes que son asimilados por las plantas.

En función de la cantidad de residuos a tratar, y dependiendo de las características de los materiales, será también necesario aplicar tratamientos previos, para adecuar los materiales a la transformación biológica, y también de forma posterior, para ajustar el compost resultante a su uso final.

Tenemos una oportunidad única para transformar nuestros biorresiduos en un compost de calidad que mejore la salud de nuestros suelos, un aspecto fundamental en la lucha contra el cambio climático: tanto por el aporte directo de nutrientes a la tierra, como por la gran cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero que evitamos al eliminar que la materia orgánica acaben en los vertederos