Claves para reducir los residuos orgánicos

El problema fundamental en el uso de los recursos es su consumo desmesurado y la consecuente producción de residuos que, en el caso de los biorresiduos domésticos, se traduce en un excedente de restos de comida (durante la preparación y consumo) y alimentarios, alimentos caducados o en mal estado.

De hecho, el volumen mundial de despilfarro de alimentos se calcula en 1.600 millones de toneladas en el “equivalente de productos primarios”. El despilfarro total de los alimentos para la parte comestible de este volumen, equivale a 1.300 millones de toneladas.

Además, la huella de carbono derivada del despilfarro de alimentos se estima en 3.300 millones de toneladas de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año.

Reducir el despilfarro alimentario es vital si queremos asegurar la sostenibilidad medioambiental del planeta.

No generar los residuos orgánicos de competencia municipal, es la mejor forma de prevenir todo este desperdicio.

Por eso, la prioridad debe ser disminuir nuestro consumo en relación al resto de etapas, y se puede realizar con hábitos como:

Compra y uso responsable

Si introducimos pautas de compra, conservación, preparación y consumo responsable de los alimentos, conseguimos:

  • Minimizar, por parte de los comercios, las cantidades de alimentos que caducan antes de ser vendidas (revisar stocks según demanda y fechas de caducidad).
  • Racionalizar, por parte de los consumidores, la compra de alimentos de manera que no adquieran mayor cantidad de la que pueden consumir antes de que se echen a perder (utilizar lista de la compra, revisar fechas de caducidad, conservación adecuada, usar el congelador, etc.).
  • Disponer de pautas para aprovechar los restos de comida generados durante el proceso de preparación de las comidas y los alimentos sobrantes, y controlar que las raciones servidas sean apropiadas, destinadas a los ciudadanos en general, la restauración y las actividades con servicio de comedor (escuelas, residencias, hospitales, etc.).
  • Gestionar correctamente la elaboración y distribución de comidas en fiestas y actos públicos.

Aprovechamiento de los excedentes alimentarios

Las actividades económicas, principalmente, pero también algunos equipamientos, generan cantidades importantes de excedentes alimentarios con posibilidades de ser reaprovechados por otras vías puesto que todavía se encuentran en condiciones para ser consumidos.

Se pueden crear y gestionar vías de aprovechamiento de estos excedentes de alimentos en buen estado, que son consumibles, pero no comercializables, a partir de iniciativas sociales.

Una de estas vías son los bancos de alimentos que se basan en aprovechar estos alimentos y distribuirlos (previa recogida en los comercios minoristas, mayoristas, mercados, etc.) entre aquellos que los necesitan a través de entidades de interés social (junto con otras asociaciones colaboradoras) o, a través de comedores sociales.

En el ámbito doméstico, podemos reducir nuestros residuos orgánicos con simples gestos como:

  • Planifica tu menú semanal y evita la improvisación.
  • Ten en cuenta tu presupuesto y recuerda que tirar comida es tirar dinero.
  • Conserva adecuadamente los alimentos. Consulta la etiqueta y los soportes informativos, y no dudes en preguntar al profesional.
  • Intenta comprar productos de temporada y consume la comida por orden de entrada, la más antigua primero.
  • Ajusta las raciones e intenta cocinar solo lo necesario.
  • Aprovecha las sobras con creatividad, ideando nuevas recetas.
  • A la hora de tirar, deposita en la basura solo lo que sea imposible de aprovechar.
  • Si comes en la oficina lleva tu propio recipiente reutilizable. Te ayudará a ahorrar dinero aprovechando los alimentos sobrantes.
  • Si comes en el restaurante, no dudes en pedir que te pongan las sobras en un envase para llevar.